Cada que yo pongo una imagen, vivo el resultado de ese holograma; no quedo libre de ninguna prueba.
Hoy viví mi Pegaso negro; me di cuenta de un comentario de teléfono descompuesto, de gente desinformada, con frecuencia diferente... Entonces, me observé; y me enfrenté al discernimiento entre mi ego y la acción correcta.
En general, desde el ego queremos quedar bien; pero conforme la luz sube al avanzar, se iluminan los espacios más sombríos y ahí me doy cuenta que el querer quedar bien es una cárcel; el querer darle gusto a todos es del ego, y desde ahí no lo lograré.
El amor que siento es para mi primero: amarme y reconocerme en lo que sí soy; reconocer desde dónde actúo, evitar convencer a nadie; pues lo que habla son las acciones (generadoras de frecuencias) y no las palabras vacías.
*Imagen tomada de la web
Sin embargo llego a otra reflexión: si un ser, en su ignorancia o inconsciencia, elige atacar con calumnia a un ser que está desarrollando su luz unificada, corre grave riesgo de lastimarse, tan sólo por la fuerza del rebote, en ese campo de la proyección de sus actos precipitados.
Entonces me pregunté: ¿cuál es mi responsabilidad, callar y seguir mi camino? ¿Parar y sacar la espada para alinear al ser?
Así miro la experiencia que cada alma quiere vivir y no puedo negarle la prueba que elige. Si viene a mí, encontrará mi espada (alineación de consciencia templada), pero también mi rosa (amor y misericordia) para que juntos crezcamos en consciencia.
Si no viene a mi, yo seguiré mi camino resolviendo mis propias sombras y puliendo mi propio brillo, hasta encontrarle en un espiral de distinta frecuencia donde quizá podamos tejer. Porque a fin de cuentas, la misión final es tejer todo, para reconectar todo y liberarnos de la cárcel de la exclusión.
En este camino vamos solos; pero para caminarlo, necesitamos aprender a acompañarnos.
Gracias.
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